La narrativa transmedia, acuñada
por Henry Jenkins (2006), se refiere a una estrategia de comunicación donde una
historia se expande a través de múltiples plataformas, cada una aportando
elementos únicos al relato. Este enfoque va más allá de la simple adaptación:
cada medio contribuye de forma complementaria al universo narrativo, generando
una experiencia inmersiva y participativa. En palabras de Scolari (2013), el
transmedia no solo comunica, sino que construye ecosistemas donde los usuarios
pueden explorar, interactuar y hasta crear contenido.
Las redes sociales son fundamentales en las estrategias transmedia, pues actúan como nodos de difusión, interacción y retroalimentación. Plataformas como Instagram, TikTok o Twitter permiten amplificar el relato, involucrar a las audiencias en tiempo real y generar contenido generado por el usuario (UGC). De acuerdo con Herrera y Cuenca (2021), estas redes son herramientas clave para construir comunidades activas alrededor de la narrativa, facilitando la viralización y el engagement.
El objetivo de una campaña
transmedia se logra a través de la integración coordinada de medios y
contenidos que guían al usuario por diferentes puntos de contacto. Esto exige
una planificación estratégica que contemple el storytelling, la participación del
público y la coherencia narrativa. Según Guerrero (2020), una campaña exitosa
logra no solo comunicar un mensaje, sino movilizar a la audiencia hacia la
acción, ya sea comercial, social o cultural.
Respecto a los públicos, una
campaña transmedia no se limita a un grupo demográfico fijo. Se dirige a
audiencias segmentadas y activas, que varían según la plataforma utilizada.
Scolari (2013) destaca que estos públicos son “prosumidores”, es decir, productores
y consumidores simultáneamente, que desean involucrarse creativamente con la
historia.
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